En la entrada a la Bahía de Kotor se asienta como una escalera que desciende hasta al orilla la pequeña ciudad de Herceg Novi, que como su nombre indica «novi» (nuevo) es la población más «joven» de las bocas de Kotor, aunque cuenta con una larga historia. A ambos lados de la antigua ciudad amurallada se ha extendido de una forma irregular el núcleo urbano, absorbiendo varias aldeas como Igalo o Meljine que se conectan a la calle peatonal de Setaliste Pet Danica que sigue paralela a la orilla animada por los restaurantes y pubs que se llena con el sol.
Fundada por el rey Bosnio Tvtrko I en 1382 para dar salida a su zona de control, con el paso de los siglos, los diferentes ocupantes, turcos y venecianos han fortificado Herceg Novi dejando su impronta bélica. El duque Herceg Stjepan Vukcic de Hercegovina la fortifico en el siglo XV, proporcionando su nombre familiar a la ciudad.
Un poco de historia.
Después de varios siglos de dominación veneciana fueron los austro húngaros quienes la controlaron por un breve periodo de 7 años, hasta que el tratado de Presburgo (Bratislava) significó la entrega de Herceg Novi a los rusos en 1805. Dos años después fueron los franceses quienes llevaron las riendas de la ciudad, como atestigua el fuerte napoleónico de la isla de Mamula.
Tras la retirada francesa los montenegrinos por un breve periodo y luego de nuevo los Hasburgo se la custodiaron hasta el fin de la Primera Guerra Mundial. Después del conflicto serbios, italianos (con el régimen fascista de Mussolini) mandaron en Herceg Novi hasta que tras la Segunda Guerra Mundial se creó Yugoslavia.
Su vocación marinera es palpable en la gran cantidad de especies de plantas y flores que encontramos dispersas en los parques de la ciudad, palmeras, eucaliptos australianos, cipreses, cactus, mimosas….., traídas por los marineros en sus viajes.
Herceg Novi es la primera población importante que encontramos si llegamos del norte, después de atravesar la frontera con Croacia y Dubrovnik.
Qué ver en Herceg Novi
El Stari Grad, es decir el viejo centro histórico de Herceg Novi se hallaba protegido de las murallas, enrocado en el monte Orjen, como un puesto de vigilancia mirando al Adríatico, en una posición estratégica muy importante para el control de la bahía y salida al mar.
Sus plazas sirven de escenario de numerosos eventos culturales donde el teatro, la música y el cine dan rienda suelta a una ciudad volcada con los espectáculos.
Monumentos y panorámicas.
Herceg Novi es en si una terraza, un balcón que mira al mar con paciencia, y aunque las muralla no se conservan intactas (en parte a causa del terremoto de 1979) hay todavía restos apreciables de la fortaleza y el recinto que la protegía. Hace siglos el control de la ciudad daba una clara ventaja en el dominio del territorio, y por ello los turcos levantaron la fortaleza de Kanli-Kula (La torre sanguinaria nombrada así en los tiempos que albergó la prisión). Por otro lado el bastión que se asoma a la costa, llamado Fortemare es obra de los venecianos.
En el interior del Stari Grad encontramos la torre almenada del reloj, de 1667 que era el acceso principal a Herceg Novi, además de plazas apacibles como la Trg Herceg Stjepana o plaza Belavista, con la iglesia ortodoxa del Arcángel Miguel de 1883-1905; o la iglesia de San Jerónimo (1856) en Trg Mica Pavlovica.
Alrededores de Herceg Novi
Desde Herceg Novi se pueden llevar a cabo excursiones en barco a la Gruta Azul y la isla de Mamula, así como un itinerario por la bahía de Kotor para visitar Risan con sus mosaicos romanos, Perast con la isla de Nuestra Señora de las Rocas; y Kotor y sus murallas.
A las afueras también está el conjunto del monasterio de San Savina (arquitectura barroca), se compone de tres iglesias, la de la Asunción (1030) con apreciados frescos; o la Iglesia de San Sava (s. XIII), además del monasterio y su museo donde hay un inédito retrato del Zar Pedro el Grande.